sábado, 23 de enero de 2016

EN OCASIONES VEO ROSTROS


Siempre he dicho que una de las cosas más importantes a la hora de hacer una fotografía o una obra en cualquier disciplina, es la observación y tener siempre la mente abierta. Puedes tener la mejor máquina, el mejor equipo de revelado o la mejor impresión, pero si el ojo no es capaz de visualizar lo que la naturaleza nos brinda, estamos vendidos.

No es cuestión de buscar, a veces nos encontramos con formas, que el tiempo, el aire, la lluvia, la nieve y el frio han creado para nosotros. A veces, muchas, muchas veces, como esta, la fotografía en cuestión, no tiene más interés que el lugar donde ha sido capturada, el momento y la posición de quien fotografía y la fuente lumínica. Fotografías curiosas que cuya única utilidad, si la sabemos aprovechar, es precisamente abrirnos la mente para despertar nuestra imaginación.

Si somos capaces de todo esto, luego vendrán las interpretaciones, como en esta fotografía. Simplemente, me encontré con un rostro paseando por Riofrío (Ávila). Ahora tú decides, si es “el vigilante del camino”, “el dios petrificado” o “el hombre de piedra”...

Paseando descubres cosas, sí, pero cuando tienes la captura puedes desenmascarar muchas más, solo es cuestión de observar y no mirar.
 
 

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